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Se terminó la espera: LeBron James volvió y volvió con todo

“Me partí el alma para llegar a este punto…. fue el pasaje más duro de mi carrera”.

Solo LeBron James, y su círculo de allegados, saben lo que sufrió el astro a lo largo de esos 37 días entre la lesión en la ingle en el Oracle Arena y su regreso a las canchas el jueves por la noche en STAPLES Center.

El de Akron, un tipo que siempre se jactó de estar disponible para su equipo y que había cobrado fama de indestructible por haber llegado a ocho finales consecutivas, no tuvo otra opción que tratarse religiosamente esa distensión muscular – masticando bronca y sufriendo en carne propia cada una de las 11 derrotas de los Lakers en su ausencia.

James avisó que el infortunio no le enseñó nada nuevo en lo personal, pero sí reconoció que la frustración le ganó la batalla en más de una ocasión.

“Nunca he estado lesionado así”, confesó tras la victoria ante los Clippers. “Lo que más me perdí fueron dos semanas. Me fracturé la muñeca cuando estaba en la secundaria. No vine aquí a sentarme en la banca. Amo la ropa, amo los trajes, pero no vine aquí a ponerme un traje todos los días. Vine a ponerme una camiseta y unos shorts, y a liderar a un equipo de la mejor manera que conozco. Esa es la parte frustrante, el ver a tu equipo sufrir y saber cuánto los puedes ayudar, pero no puedes hacer nada de traje y corbata. Ahí es cuando la negatividad te empieza a entrar a la mente”.

Sus seres queridos lo apuntalaron, junto al cuerpo médico de los Lakers.

“Traté de mantenerme lo más positivo posible”, avisó. “Tengo un buen sistema de apoyo, desde mi familia a mis amigos, los fisioterapeutas, y traté de mantenerme lo más positivo posible. No fui positivo todos los días, y probablemente tuve más momentos negativos personales que positivos, pero cuando tienes un sistema de apoyo, te ayuda mucho”.

En los últimos días el jugador ya tenía otro semblante, participando sin limitaciones de los entrenamientos del lunes y miércoles, y completando la práctica de tiro previa al juego del martes ante los Sixers.

A LeBron ya se lo veía sonriendo, participando de las bromas con sus compañeros y de los campeonatos de triples usuales al final de las prácticas – generalmente enfrentándose a Brian Shaw y Miles Simon, y acompañado por Rajon Rondo y Kentavious Caldwell-Pope.

Eso presagiaba una vuelta a la brevedad, pero realmente nadie sabía en qué estado lo haría. Es por eso que su producción – 24 puntos, 14 rebotes, y nueve asistencias en 40 minutos fue una grata sorpresa.

“No me siento particularmente fantástico ahora mismo, pero estoy emocionado de estar de vuelta con mis muchachos y conseguir una gran victoria en carretera ante un equipo que está en ascenso en la carrera por los playoffs”, dijo tras el partido. “Tras estar fuera cinco semanas, lo estoy sintiendo ahora mismo”.

A los 34 años, los tiempos de recuperación ya no son los mismos. Tras finalizar el encuentro, James recibió tratamiento y luego enfiló hacia la bañera de agua helada. Un rato después llegó la ducha, y finalmente, cerca de las 11:30 p.m., su primera aparición ante los medios de comunicación en más de cinco semanas.

Allí se mostró sonriente nuevamente, con la satisfacción de poder volver a hacer lo que ama. Para un jugador que comanda ese nivel de atención, el parquet es un refugio, y sus compañeros una extensión de su familia.

La naranja, obviamente, su juguete favorito.

El Rey está de vuelta, y es como si nunca se hubiera ido. Todo ha vuelto a la normalidad.