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Lakers & LeBron James: La Leyenda Tiene Un Nuevo Capítulo

Hay ciertos caminos que están destinados a cruzarse.

Desde Wilt Chamberlain hasta Kobe Bryant, pasando por Kareem Abdul-Jabbar y Shaquille O’Neal, la realeza de la NBA y la camiseta púrpura y dorada de los Lakers rara vez han sido capaces de escapar esa atracción magnética – de evitar lo inevitable.

Alguno dirá que es el destino, que esto estaba escrito. Que estrellas como el chico de Akron, nacido para regar de gloria su suelo, un día buscaría seguir el camino de la constelación que marcó época antes de su llegada a la mejor liga del mundo.

Lo que pocos imaginaron, allá por el año 2003 cuando se despidió de la secundaria St. Vincent-St. Mary para dar el gran salto – con un tricampeonato fresco en la memoria de la afición lagunera – es que su arribo se daría bajo estas circunstancias, con la franquicia inmersa en uno de sus pasajes, al menos desde lo estadístico, más pálidos de su rica historia.

Y es que este jugador, que más de una vez ha puesto a prueba los límites de la física, no llega para subirse a un carro triunfalista, buscando engordar su palmarés con en una situación idílica – cabalgando mansamente hacia el ocaso de su carrera.

Por lo contrario, LeBron James viene – así como lo hicieron Bryant y O’Neal hace 22 años o Magic Johnson hace escasos 17 meses para tomar las riendas del club – a devolver a los Lakers al lugar de prominencia que les pertenece.

“Sabemos que el trabajo no ha terminado”, aclaró Rob Pelinka. “Continuaremos adelante y haremos todo lo que sea necesario para lograr esa obsesión compartida de traerle el banderín No. 17 a los mejores fanáticos del mundo – la Nación Lakers”.

La cima, ese campeonato No. 17, será para El Rey el reto más grande de su carrera, y aquel que podría garantizar su inmortalidad en el escalafón más alto de la historia del deporte de la pelota naranja.

Lo importa aquí es mencionar que no lo hará solo. Que la visión de Johnson y Pelinka no es de James en una patriada quijotesca.

Para flanquearlo habrá un elenco rico en talento y personalidad, en juventud y experiencia.

Rajon Rondo, uno de los refuerzos más importantes, habló de la importancia de tener múltiples jugadores que puedan portar el balón. Se sabe que hay un campeón que destronar, y parece haber llegado el momento de hacerlo con una fórmula diferente.

“Definitivamente creo en la visión de Magic y Rob al armar este equipo”, dijo veterano armador, de extensa experiencia en playoffs y un título (2008) en su currículum. “No vas a ganarle a los Warriors con tiro. Tienen a los tres mejores (tiradores) probablemente (de todos los tiempos). No puedes encararlo así. LeBron ha jugado con grandes jugadores, con grandes tiradores, y obviamente no ha funcionado en cuanto a vencer a los Warriors. Él tiene una manera diferente de encararlo, y me encanta y creo que somos parte del plan”.

Las piernas frescas también abundarán.

Lonzo Ball cuenta con un estilo de juego a la medida de James, tanto en la generación de juego como en sus aportes en la defensa y el rebote desde su posición.

Kentavious Caldwell-Pope, Josh Hart, Brandon Ingram y Sviatoslav Mykahiliuk no superan los 25 años y ofrecen tiro certero y versatilidad defensiva en un perímetro que encaja perfectamente las necesidades de la NBA actual.

Kyle Kuzma viene de liderar a los Lakers con 16.1 puntos por partido a los 22 años y se espera mucho más de él. El producto de la Universidad de Utah obligó a todos a redefinir las expectativas, y su trabajo en la temporada baja ya está dando frutos en cuanto a su evolución física.

Eso sin mencionar a Luke Walton y su cuerpo técnico, que no solo merecen una gran cuota de crédito por el desarrollo de los jóvenes, sino que también moldearon a un excéntrico plantel en 2017-18 para convertirlo en una de las mejores 12 defensas de la NBA tras un lustro en el sótano.

La mesa está servida, y aún faltan algunos invitados.

Con James y compañía, los Lakers han vuelto a su lugar. Todo volvió a la normalidad.