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Ingram, cada día menos promesa y cada vez más realidad

EL SEGUNDO – El presente de Brandon Ingram no es ninguna casualidad.

Tampoco lo fueron su explosión de 32 puntos el miércoles por la noche ante Kevin Durant y los Warriors, o los 16.3 puntos y 6.3 rebotes (con 48 por ciento de cancha) que está promediando en noviembre.

Al contrario, su rendimiento actual es el desenlace de un proceso de crecimiento paulatino que cada vez ofrece más resultados tangibles.

Olvidados en una irregular temporada de novato quedaron ciertos destellos que empezó a mostrar sobre el final de la campaña pasada. Chispazos de penetraciones al canasto. Volcadas que dejaban boquiabiertos a propios y extraños. Rachas con el tiro que eran causa de medida ilusión.

Lo que siguió fue un verano sin descanso, dividido en partes iguales entre trabajos de gimnasio en el UCLA Health Training Center y ejercicios en la cancha junto a Brian Keefe, entrenador asistente de Luke Walton y viejo mentor de Durant en OKC.

Un puñado de pobres desempeños en la primera semana de la temporada fueron razón suficiente para bajar las expectativas, y fue precisamente en ese ambiente en el que Ingram comenzó a soltarse. A pensar menos y jugar más. A relajarse, en sus propias palabras.

“Algunos de mis mejores juegos fueron cuando tuve la mente clara, perdiéndome en el juego, tratando de conseguir paradas en defensa y teniendo las posesiones ofensivas correctas”, confesó el alero de apenas 20 años de edad.

El duelo ante los Warriors se veía venir. Ingram anotó 32 puntos en 12/21 de cancha, 2/2 en triples y 6/7 en la línea en 44 minutos, redondeando su ficha con cinco rebotes, tres asistencias, dos tapones y tres robos.

“(Esto) soy yo mejorando cada partido”, reconoció pese a la desilusión de la derrota. “Es tratar de venir, con mis compañeros detrás de mí dándome confianza para salir y hacer jugadas en la cancha. Estar enfocado”.

La gran clave es la manera que está atacando al canasto. Sus trazos largos hacia la tierra prometida causan estragos a las defensas rivales, ya que se trata de un alero de 6’9 de estatura con envergadura de 7’3 y con una estructura corporal que ofrece más potencia de lo que parece a simple vista.

Sus oponentes empiezan a conocerlo. Andre Iguodala se lo reconoció a Walton.

“Eso fue lo primero que dijo: ‘(Ingram) está mejorando ahora, porque es capaz de ir a la mano izquierda y crear en la llave”, dijo el JMV de las Finales en 2015. “Antes podíamos forzarlo hacia ese lado y sabíamos que nada bueno iba a suceder”.

“Está mejorando en ver esos ángulos y sacar ventaja de esos ángulos”, agregó el entrenador de los laguneros.

Walton también señaló que Ingram ni siquiera necesita establecer su tiro de media o larga distancia para poder vulnerar las defensas rivales.

Ingram incluso piensa que la ecuación funciona al revés.

“Creo que al penetrar hacia el canasto, eso va a abrir mi tiro en suspensión”, opinó. “Viendo a los rivales darme un poco más de espacio me da la confianza para venir aquí todos los días y trabajar en eso, ver si puedo establecer una manera para que me de caminos más fáciles al canasto”.

El producto de Duke reconoció que su éxito reciente está obligando a los entrenadores rivales a defenderlo de otra forma.

“Estoy viendo defensas que van muy por debajo en las cortinas y tratan de encontrarme en el aro, con diferentes estrategias, pero es todo parte del plan de juego y tengo que estar preparado para todo”, avisó.

Vaya si lo está. Ingram explicó en detalle su mentalidad al atacar el canasto, abriéndonos una ventana hacia su proceso y los cálculos mentales que debe tomar en fracciones de segundo.

“Trato de ver qué tan lejos de mí está cada jugador, qué ventajas tengo sobre el defensor, y si llego al aro, si siento que puedo utilizar mi envergadura sobre el segundo defensor”, aclaró. “Siempre trato de (recordarme) voy a superar al primer defensor, ¿pero qué voy a hacer contra el segundo defensor para definir?

Algo así le sucedió en la última jugada del tiempo regular, cuando fue capaz de dejar atrás a Klay Thompson pero no pudo sortear la última línea de defensa, cortesía de Draymond Green. Ese es el siguiente paso de su evolución.

En cuanto a lo numérico, esta temporada Ingram promedia un 62.3 por ciento en tiros en la zona restringida en 6.2 intentos por noche, comparado con 58.5 en 2.7 la temporada pasada, según NBA.com/Stats.

Además, sus viajes a la línea de tiros libres son cada vez más frecuentes, marcando una tendencia positiva ineludible. Sus últimos tres meses de temporada regular lo demuestran, ya que en todos ha establecido nuevas marcas en tiros libres intentados, comenzando con 3.4 por partido en abril (temporada 2016-17), siguiendo con los 3.7 de octubre de este año, y llegando a los 5.7 que está promediando en noviembre. Su porcentaje (66.1) ha mejorado levemente, pero es otra de las zonas en las que puede y debe mejorar.

Y es que con los Lakers necesitados de un cerrador tras perder varios partidos en los minutos finales, Ingram podría estar en la puerta de convertirse en ese jugador.

La única restricción de Walton es que quiere que eso llegue dentro del flujo de la ofensiva, sin abusar de los aclarados y sin tener el goleo como única meta.

“No queremos que venga al partido con la mentalidad de: ‘ok, esta noche voy a meter 30 nuevamente’”, dijo Walton. “Debes continuar jugando de la manera correcta y jugar dentro del sistema que estamos tratando de jugar”.