LOS ÁNGELES – La del viernes fue una de las pocas noches esta temporada en la que los Lakers se vieron ampliamente superados por el rival de turno.
Los Toronto Raptors de Dwayne Casey jugaron 48 minutos casi sin fisuras, apuntalados por sus dos estrellas, y además no le permitieron a los Lakers hacer su juego.
Los canadienses ganaron de punta a punta, y hasta se dieron el lujo de jugarle de tú a tú a la que ha sido hasta ahora la mejor banca de la NBA.
Por el lado de los Lakers, las ausencias de D’Angelo Russell y Nick Young, sin ser excusas, se notan demasiado en partidos como estos, en los que el equipo jugó su tercer partido en cuatro noches y las piernas estuvieron claramente pesadas.
El poco movimiento de balón (16 asistencias), el exceso de desconcentraciones (16 robos) y la magra puntería (34.4 por ciento de cancha, 23.1 por ciento en triples) fueron reflejos de un partido en el que la tropa de Luke Walton nunca logró hacer pie.
La defensa amagó con mantenerlos cerca – como tantas otras veces – pero una explosión ofensiva de los Raptors en el segundo cuarto convirtió el duelo en una tarea quijotesca.
Por eso no sirvió de mucho el goleo usual de Jordan Clarkson (14 puntos) y Lou Williams (13), ni el trabajo de Julius Randle (ocho rebotes), Tarik Black (seis) o Larry Nance (seis) en las ventanas.
Quizás el único punto brillante fue la performance de Brandon Ingram, quien con 17 puntos estableció una nueva marca personal en la NBA, y lo hizo disparando 8/16 de cancha. El alero agregó seis rebotes y dos asistencias en 35 minutos, siendo el jugador que más cancha vio de los Lakers por segunda noche consecutiva.
Al novato se lo ve cada vez más certero en ataque y destructivo en defensa, interrumpiendo líneas de pase e incomodando al rival, sorprendiendo con su resistencia física a los 19 años.
Los Lakers seguramente necesitarán más de eso el sábado por la noche, cuando visiten a los Memphis Grizzlies en el cierre de esta ardua gira de carretera.