LOS ÁNGELES – Solo 102 segundos pasaron para sacar a los Lakers mentalmente del partido del martes por la noche en New Orleans.
Nick Young intentó defender una penetración de Tim Frazier y tras saltar cayó desmoronado al parquet. Los gritos de dolor se escucharon a lo largo del Smoothie King Center y Luke Walton rápidamente pidió el tiempo muerto para retirarlo de la cancha.
El diagnóstico inicial fue de una distensión en el tendón de Aquiles derecho, y Young se someterá a una resonancia magnética el miércoles en Chicago.
La noticia fue un golpe certero para los angelinos, y uno que los locales aprovecharon al máximo, sacando 11 puntos de ventaja en el primer cuarto y escapándose a una distancia que cómodamente administraron a lo largo de la noche.
Sin Young a los Lakers les faltó energía, concentración y puntería, y sin esos factores la remontada resultaría una tarea imposible.
“Como que nos golpeó un poquito”, reconoció Walton.
De poco sirvió el doble-doble de Julius Randle (12 puntos y 10 rebotes) en el día de su cumpleaños, aunque su regreso a la cancha tras una ausencia de tres juegos fue todo un alivio.
Y es que desde el momento de la partida de Young, el equipo se desinfló. El resultado fueron 12 pérdidas, 17 faltas y una efectividad bajísima en tiros libres (9/18) y triples (5/30).
Del resto se encarg�� Anthony Davis con una noche sensacional, aportando 41 puntos, 16 rebotes, tres asistencias, cuatro robos y dos tapones.
Incluso la banca de los Lakers, la rueda de auxilio de Walton en más de una ocasión, estuvo poco acertada. Lou Williams (16 puntos) tuvo su aporte usual, y tanto Brandon Ingram como Larry Nance, Jr. tuvieron sus momentos, pero el quinteto nunca logró carburar desde lo colectivo y jamás lograron imponer su dominio durante más que un puñado de minutos.
La ofensiva de los Pelicans se fue apagando con el partido definido, pero igual anotaron 105 puntos.
“Tenemos que llegar a estos partidos con un deseo mucho más fuerte de jugar defensa”, resumió Walton.