Pertenecer al Salón de la Fama del Baloncesto es el honor más grande para cualquiera relacionado con la pelota naranja, y finalmente llegó el día esperado para Shaquille O’Neal.
La gloria de los Lakers, ganador de cuatro títulos (tres con L.A.), un Novato del Año, y tres JMV de las Finales – además de ser elegido 15 veces al Juego de Estrellas – es oficialmente miembro de la Clase de 2016 junto a Allen Iverson, Yao Ming, Jerry Reinsdorf y Sheryl Swoopes, entre otros.
En una espectacular ceremonia desde Springfield, Massachussetts, O’Neal fue el último en dar su discurso y aceptar el honor.
Allí le agradeció a la familia Buss, Gary Vitti y muchos de sus ex compañeros y entrenadores, intercalando algunos chistes y mostrando su personalidad radiante en todo su esplendor.
O’Neal tuvo una dedicatoria muy especial a varios miembros de su familia, desde su padres hasta sus seis hijos.
Quizás los momentos más emotivos fue cuando habló de su adolescencia en Alemania, y las conversaciones con su padre adoptivo, quien le enseñaba acerca de tres glorias del deporte: Bill Russell (uno de los que le presentó el honor), Wilt Chamberlain y Kareem Abdul-Jabbar.
O’Neal también hizo varias bromas dirigidas a Phil Jackson y los jugadores que más lo marcaron, entre ellos Kobe Bryant.
El escolta dijo que junto al pivot, “volvimos a poner a Los Ángeles en el mapa”.
O’Neal se encargó de retribuir el cumplido.
Shaq, quien logró evitar las lágrimas en más de una ocasión, contó que aprendió a “trabajar duro pero a no tomarme las cosas tan en serio".
Acto seguido, le agradeció a los fans, pese a que muchos de ellos se encargaron siempre de recordarle sus deficiencias en la línea de tiros libres.
Por último, O’Neal se mostró feliz de dejar un legado, y espera que su nombre sea mencionado por siempre entre los más dominantes de todos los tiempos.
Un honor que, sin dudas, lo tiene garantizado.