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Lakers ganan con hielo en las venas y fuego en el corazón

LAS VEGAS – La daga de D’Angelo Russell representó un desahogo y un premio para los Lakers el sábado por la noche.

El triple del armador con 1.8 segundos en el reloj no solo sirvió para vencer a los Philadelphia 76ers por 70-69 y mantener el invicto en Las Vegas, sino que también para alimentar la fe de un grupo talentoso, trabajador y tenaz.

El partido tuvo dos historias bien marcadas, separadas por un receso de 15 minutos. Mientras los que estaban en las gradas disfrutaban del show de medio tiempo, en el camerino de los Lakers Jesse Mermuys se encargaba de trabajarles la cabeza y autoestima a sus dirigidos.

Sus pupilos tuvieron dos cuartos para el olvido, y las frustraciones se multiplicaban en la cancha. Russell se quejaba por su falta de seguridad con el balón – cinco pérdidas al descanso – y Larry Nance, Jr. sufría por las desatenciones defensivas de sus compañeros.

Brandon Ingram no calibraba la mira, Ivica Zubac sufría con Jerami Grant y Richaun Holmes, y la banca no aportaba soluciones.

“En la primera mitad, por alguna razón mi energía no estaba ahí”, dijo Nance, Jr. “El entrenador me llevó a un costado y me dijo: ‘nueva mitad, nuevo partido. Vamos a ganar este partido’”.

De a poquito y paulatinamente, los Lakers empezaron a encontrarse.

Nance, Jr. aportó ese fuego sagrado que necesita cualquier equipo. Su influencia fue mucho más allá de los numérico – 13 puntos, ocho rebotes, cuatro asistencias, siete robos y cuatro tapas.

“Fue increíble”, dijo Mermuys. “Le di 35 minutos en un partido de 40. Estaba cansado como un perro pero no iba a sacarlo. Se ganó esos minutos y poder terminar (el partido). La energía que nos dio…estábamos recibiendo varios golpes. La ofensiva fue brutal. Su presión nos estaba sacando de todo lo que queríamos hacer, y su energía nos levantó. Fue el héroe no reconocido del partido”.

Lo que hizo el producto de Wyoming fue darles confianza a sus compañeros a la hora de defender a Ben Simmons. Fue vengar la volcada de Jerami Grant sobre Zubac con una propia y aún más escandalosa en el aro rival. Fue clavar un triple importante cuando la jugada lo requirió.

“Larry es diferente”, explicó Russell. “Es una pieza ganadora en un equipo ganador. Todo equipo necesita a alguien como Larry. Es una de las personas más positivas que conozco. Es un gran tipo fuera de la cancha”.

Con el envión a su favor, la defensa tomó confianza y la ofensiva empezó a llegar. Una canasta de Zubac por aquí. Un rebote ofensivo de Zach Auguste por allá. Una pequeña ráfaga de un tímido Ingram.

Y luego, el show de Russell. El “Angelito” tomó las riendas del partido en el momento más candente y no decepcionó, primero empatando el partido y luego con la estocada final que puso a delirar a un Thomas & Mack Center teñido de púrpura y dorado.

Fue un final perfecto para un partido que no lo fue tanto, y Mermuys – quien no había quedado muy conforme con su armador el viernes – se fue satisfecho.

“Es por eso que las expectativas están ahí, porque tiene la chance de ser especial”, confesó. “Como organización debemos empujarlo y llevarlo por ese camino para que sea grande. Ese camino es duro, y muy largo, pero quiere hacerlo, se deja entrenar. Estas son las lecciones que se aprenden en Liga de Verano. Debe sentir esa situación, sentir un juego horrible, y meter ese tiro”.

Russell logró dejar atrás las frustraciones de la primera mitad, canalizando esas emociones al servicio del equipo.

“Traté de mantener el liderazgo y la energía positiva”, aseguró. “Mis pérdidas empezaron nuestra mala racha. Ellos capitalizaron siempre y anotaron. Mantuve las vibras positivas…les dije que siguieran peleando, y a lo largo del partido jugamos baloncesto de Lakers, el baloncesto que sabemos que podemos jugar”.

Por una noche, eso alcanzó.

El valor del triunfo se mide más por el rival que por la victoria en sí. Cuatro de los cinco titulares de los Sixers jugaron en la NBA el año pasado, y el quinto es Ben Simmons, la selección No. 1 del Draft de 2016.

La presión de Philadelphia y su cohesión defensiva desacomodó a los Lakers, y los hizo lucir bastante mal a lo largo de los primeros 20 minutos. Sin embargo, el partido nunca estuvo definido gracias a los esfuerzos en defensa, y el espíritu que les va imprimiendo este nuevo cuerpo técnico.

En el camino, varios de ellos sumaron lecciones de valor – lecciones que con un triunfo se cimientan de una forma mucho más firme.

“Todo fue fácil anoche”, ilustró Mermuys en referencia al triunfo del viernes ante los Pelicans. “(Ingram) hizo un buen trabajo de elegir sus momentos. Fue como en la NBA. Estábamos en la carretera, en el segundo juego en noches consecutivas…este equipo que enfrentamos ya jugó juntos una Liga de Verano. Tienen buen ritmo. Nosotros estamos llegando ahí. Para Brandon, enfrentarse a esa presión, que lo atraparan, fue un partido difícil. Es una gran lección. Debes estar siempre preparado para la próxima jugada, el próximo partido”.

Si los Lakers quizás no lo estuvieron al comienzo, definitivamente lo demostraron sobre el final.