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Kobe Bryant y una victoria más grande que cualquier récord

LOS ÁNGELES – Hay que dejar algo en claro: Kobe Bryant es, antes que un anotador, un ganador.

Ganador nato, de cepa, y de antología. Esa mentalidad, que lo distingue por encima de la gran mayoría de los seres humanos que han pisado alguna vez una cancha de baloncesto, fue lo que empujó a los Lakers el viernes a vencer a los actuales campeones de la NBA, y en su propia casa.

Bryant no superó el récord de Michael Jordan (se quedó a ocho puntos de empatarlo), pero fue el amo y señor, el alma de un equipo angelino al que arrastró hasta la línea de meta, aún cuando parecía que el triunfo se les escurría entre las manos.

Bryant tuvo 53 minutos para perseguir una marca frívola (en comparación con su sed de anillos), pero solo tomó 22 tiros. Por contrapartida, el escolta repartió nueve asistencias, e hizo brillar a todo el equipo.

En la noche de Batman, a Bryant no le pesó que el héroe fuera Robin. Y Robin es Nick Young, con una actuación monumental que culminó con un triple desde muy, muy lejos. Swaggy P, con esa confianza que Bryant conoce porque la comparte, terminó con 29 puntos (6/9 en triples). El francotirador brilló, más en la primera mitad que en la segunda, pero reapareció en el momento más importante.

“Nadie en el mundo me puede defender”, había dicho Young sobre el final de la práctica del jueves. Manu Ginobili lo intentó, eso está claro, pero Swaggy por una noche tuvo razón.

¿Es esto el producto de los retos de Bryant hacia sus compañeros? Nunca lo sabremos. Eso sería especular, y los protagonistas sabrán, individualmente, si las palabras (algunas hirientes) del astro realmente calaron lo suficientemente hondo como para producir un desempeño de este calibre.

Lo que es evidente es que los Lakers, por una noche, se les plantaron de igual a igual al campeón, y les ganaron. Lo hicieron con defensa, y con ataque. Tuvieron momentos de alto voltaje, y otros más pobres, como al final del cuarto periodo. Pero se ganó.

Fue uno de esos partidos que parecía de playoffs, por más trillada que esté la expresión. Haya sido así o no, muchos jugaron como si lo fuera. Jeremy Lin tuvo un nivel de concentración y efectividad que ni los Spurs pudieron descifrar. El armador cerró con 14 puntos y ocho asistencias, pero fue su agresividad la que marcó el camino.

Carlos Boozer es otro jugador que hay que mencionar. Jugando en un rol que no conoce, Boozer se lució con 14 puntos y 13 rebotes (y dos bloqueos), complementando así otro doble-doble de Jordan Hill (14 puntos y 10 tableros). El juego interior de los Lakers no hizo tanto daño, pero aportó lo suficiente para lograr la victoria.

Una victoria que hizo que todos olviden el récord, algo que llegará sin dudas el domingo en Minnesota.

Una victoria, además, que tiene el potencial de propagar el mensaje correcto.

Una victoria, que pese a ser de temporada regular, tiene un valor que trasciende lo numérico.

Una victoria, al fin y al cabo, inspirada en el espíritu ganador de Kobe Bryant.