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LeBron superó a Jordan en la tabla histórica de puntos

LOS ÁNGELES – “Todos queríamos ser MJ”.

Algunos momentos son más importantes que cualquier resultado, y para LeBron James, una canasta en particular en el segundo cuarto lo llevó al borde de las lágrimas.

El astro de los Lakers superó a Michael Jordan en la primera mitad del partido del miércoles ante Denver Nuggets, convirtiéndose en el cuarto máximo anotador de la historia de la NBA.

A los 34 años, y con una vida entera persiguiendo el fantasma de su ídolo, el hijo pródigo de Akron cumplió uno de sus sueños.

Los presentes en STAPLES Center sabían que el momento llegaría esta noche. LeBron también, y los nervios quedaron en evidencia cuando erró cuatro tiros libres seguidos al comienzo del partido.

Un poco más tarde, ya más tranquilo, el jugador empezó su camino, dando los pasos que le faltaban para lograr los 13 puntos que lo separaban de la inmortalidad.

“No tienen idea”, aseguró. “Estoy tratando de darles una idea, pero no tienen idea de lo que MJ hizo por mis amigos y yo cuando crecíamos. Algunos días sentías que no ibas a llegar al día siguiente por todo lo que estaba pasando. Como escribí en mis zapatos, como vieron, le agradezco a MJ mucho más de lo que sabe”.

El partido continuó, y en el siguiente tiempo muerto se le rindió homenaje al que ya es, sin lugar a dudas, uno de los mejores de todos los tiempos.

King James participó de la charla técnica de Luke Walton mientras el video en la pantalla gigante mostraba su primera canasta – allá por el año 2003 con los Cavaliers – y otros de sus tantos grandes momentos en la liga.

Y antes de volver a la cancha, se lo pudo ver al alero sentado en la banca, con una toalla tapándole la cara. Fue en ese preciso instante que el sueño se convirtió oficialmente en realidad.

“Fue muy emotivo”, dijo el jugador. “Muchas cosas me pasaban por dentro en ese momento. Quería ver el video marcador para ver lo que estaba pasando, pero no quería mostrar lo que sucedía detrás de la toalla. Es muy loco. De lo único que hablábamos mis amigos y yo era de MJ”.

Tras el partido, James intentó poner en contexto lo que significa rebasar los 32,292 puntos de Su Alteza, quizás la mayor fuente de inspiración y fortaleza para una generación de niños de bajos recursos que crecieron con la leyenda de los Chicago Bulls como su estrella norte.

“Cuando eres un chico creciendo en una ciudad como Akron, Ohio como mis amigos y yo, buscas lo que sea, cualquier rayito que te inspire”, confesó. “Siempre estás con los números en contra. Tipos como yo, de una casa con un solo padre, hijo único, sin privilegios, las probabilidades de salir no son altas en lo absoluto. MJ tuvo mucho que ver con que yo saliera, junto con mi madre, con la ciudad misma, los entrenadores que tuve. Mike no tenía idea lo que estaba haciendo por un chico que crecía a 45 minutos en avión de Chicago”.

Los comerciales de McDonald’s y Gatorade. Los posters. Su imagen en los cereales Wheaties. Sus zapatillas.

La lengua afuera tras las volcadas. La muñequera en el codo. Las calzas. Su actitud ganadora. El tiro en suspensión inclinándose hacia atrás.

Y, obviamente, la emblemática No. 23 en la espalda.

LeBron no ocultó su fascinación, y trató de expresarlo de la mejor manera que las palabras se lo permitieron. Realmente no hizo falta. El tono de su voz y el brillo en sus ojos no le dejaban mentir.

El chico de Akron superó al maestro, con la camiseta de sus Lakers y en STAPLES Center, y ese momento vivirá por siempre.