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Derrota Texana: ¿Ver el vaso medio lleno o medio vacío?

LOS ÁNGELES – Los Lakers sumaron su segunda derrota consecutiva al caer por 102-98 ante Dallas Mavericks, y lo hicieron en un partido sumamente confuso.

El duelo en el estado de la estrella solitaria fue extremadamente raro, ya que los Lakers nunca parecieron tener chances concretas de ganarlo, pero tampoco nunca se sintieron perdedores hasta que sonó la bocina final.

Es por eso que a la hora del análisis hay muchas cosas buenas y malas para resaltar, pero sobre todo una tan obvia como evidente: sin Kobe Bryant el equipo no carbura ofensivamente.

El triunfo ante Golden State Warriors fue un espejismo, uno de esos encuentros en los que todo salió bien, y acompañado por un rival que se mostró displicente, casi creyéndose superior y sobrando el evento. En esa ocasión los Lakers lo aprovecharon y dieron el batacazo con Bryant mirando el juego desde su casa.

Sin embargo, los partidos ante Chicago y Dallas son la realidad que los Lakers enfrentan cada vez que este plantel debe saltar a la cancha sin el “24” en la alineación. Está claro que Bryant no está teniendo una temporada efectiva, y que sus porcentajes son pobres comparados con lo que se le puede pedir a un astro de su calibre. Pese a eso, su mera presencia sobre el tabloncillo inspira respeto, atrae marcas, libera presiones y abre caminos. Sin él, los Lakers pierden mística y los rivales se crecen.

Esto quedó claro en noches consecutivas en las que, salvo una ráfaga que llegó muy tarde en el cuarto periodo, nadie en los Lakers (con la excepción de Carlos Boozer) pudo encontrar la red consistentemente. Wesley Johnson y Nick Young, dos de muy buena temporada, fallaron muchísimo y ayudaron a empañar una noche que tuvo algunos destellos para señalar. Hay que destacar que ambos empezaron a encestar sobre el final, algo que les permitió cortar sendas sequías.

La mala noticia es que los Lakers volvieron a perder, que dispararon 36.4 por ciento desde el campo y que regalaron 16 balones. Además, los Mavericks les anotaron 56 puntos en la pintura, 12 por encima de sus registros usuales. Esa combinación suele ser fatal (y lo fue), y en la mayoría de los casos el marcador se hubiera asemejado al del primer cruce entre estos dos equipos esta temporada (paliza de 140-106).

Eso, precisamente, nos lleva a ver el vaso medio lleno. Los Lakers se enfrentaron a un equipo con aspiraciones de campeonato, recientemente reforzados con Rajon Rondo, y se mantuvieron con vida hasta la penúltima posesión del partido. Lo hicieron dominando el rebote como pocas veces (63-40, 24 rebotes ofensivos), algo que les permitió conseguir 23 puntos de segunda jugada. Eso los mantuvo a flote y resulta esperanzador de cara a los próximos partidos.

Ed Davis volvió a ser crucial en esa faceta, y consiguió su segundo doble-doble de la temporada con 10 puntos y 11 rebotes. Jordan Hill y Johnson también capturaron 10 rebotes cada uno, y ocho de los 10 jugadores que tuvieron minutos atraparon al menos cinco. Sin dudas es un aspecto que sirve para construir.

Pese a eso, la presencia de Bryant sigue siendo vital. El “24” podría estar de regreso el domingo ante Phoenix Suns, y si Scott logra controlar sus minutos, y sus compañeros aprovechar el magnetismo de su presencia, derrotas como las del viernes podrían hacerle mucho bien al equipo.